Antes de que el capo mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán pruebe alimentos, un perro entrenado los degusta para evitar que sea envenenado en la cárcel a la que reingresó.
Al “K9” (perro entrenado) “se le da alimento del que se le va a dar (a Guzmán) buscando cerciorarnos de que no vaya ser envenenado”, dijo Eduardo Guerrero, el titular del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social.
Sobre su estado de ánimo, el funcionario comentó a una emisora radial local, que en el momento de su reingreso a la cárcel, Guzmán estaba “deprimido, cansado… muy cansado de estar huyendo”.
Las autoridades carcelarias le dieron una copia de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha”. “Creemos que es un gran libro (…) tenemos que empezar a darle ese tipo de lecturas”, expuso Guerrero cuando la entrevistadora le preguntó jocosa por qué esa novela.
“El Chapo” se fugó por un túnel de 1,5 km cavado en el piso de su regadera que atravesó en una motocicleta adaptada para rieles. Añadiendo otro capítulo de tintes cinematográficos a la historia de su vida, fue recapturado el 8 de enero en una carretera de Los Mochis, Sinaloa (noroeste), después de que intentó huir corriendo a obscuras por el sistema de drenaje pluvial esa ciudad.
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